El carsharing es un servicio de coche compartido que ofrece a sus usuarios una flota de vehículos durante cortos periodos de tiempo, en la mayoría de los casos minutos, aunque se permiten duraciones de horas o un día completo. Este «alquiler» se debe reservar previamente mediante app móvil, internet o llamada telefónica. Se paga por el uso que se realiza del mismo, ya sea por el tiempo y/o kilometraje realizado, facturándose a final del mes. Es decir, consiste en el uso de un mismo vehículo por parte de varias personas, aprovechando los tiempos que el vehículo permanece parado, reduciendo el número de vehículos necesarios para satisfacer una movilidad.
Mediante este servicio, los usuarios se benefician de una alternativa al vehículo privado, eliminando los costes asociados a la propiedad de estos, costes fijos como impuestos y seguros, o variables como mantenimiento, aparcamiento, limpieza, etc.
El sistema se posiciona entre el alquiler de un vehículo, el coche privado, el taxi y el transporte público, fomentando además el uso de estos últimos, ya que el carsharing debe verse como un modo más para completar la oferta pública de transporte.

Para comenzar a usar este servicio, el usuario debe darse de alta en la empresa de carsharing. Para ello debe presentar la documentación correspondiente, validar su carnet de conducir, y aceptar las condiciones y normas de uso. Una vez hecho esto, ya se puede reservar el vehículo más cercano. Dependiendo de la tipología de carsharing, los vehículos se situarán en alguno de los puntos o zonas de aparcamiento ideados para la flota (carsharing con estaciones base) o libremente aparcados en cualquier calle de nuestra ciudad (sin bases). Una vez estamos al lado del coche, la reserva se activa pasando una tarjeta electrónica por encima de un lector o a través de una app móvil, permitiendo abrir las puertas del vehículo. Una vez dentro, tendremos que introducir una clave personal o pin para poder acceder a la llave y arrancar el vehículo.
Debido a que los usuarios del carsharing pagan según el uso que hacen de los vehículos, estos tienen una idea más precisa del coste de cada viaje. Esta información da la oportunidad al usuario de poder elegir entre los diferentes modos de transporte de una manera más realista, evitando vicios como el que provoca el coche privado, donde muchas veces solo se tiene en cuenta el coste del combustible. Para las ciudades el carsharing resulta interesante debido a que permite mantener la movilidad de sus ciudadanos al mismo tiempo que reduce la congestión del tráfico.

El carsharing incentiva el uso instrumental del vehículo, siendo este una alternativa más a la hora de elegir el modo para realizar un desplazamiento. Es por tanto un cambio ideológico que desvincula la idea de propiedad del usuario. El carsharing nace para satisfacer unas necesidades de movilidad precisas, las de poca frecuencia o de carácter ocasional, resultando más económico que un vehículo privado si se recorren entre 10.000 y 12.000 km al año. Según datos extraídos de diversas experiencias de carsharing, la duración media de los prestamos es inferior a la hora, y la distancia recorrida se sitúa entre los 20 y 40 km. La frecuencia de uso por usuario es de 2 o 3 viajes al mes. Comparando el coste del kilómetro entre un coche en propiedad y uno de carsharing, sale ganando este último con unos 0.40 €/km por los 0.60€/km del coche en propiedad. Como curiosidad, los vehículos de las compañías tradicionales de alquiler cuestan unos 0.86€/km.
Pero todavía hay más datos a su favor, en este caso en cuestiones medioambientales. El carsharing evitó en 2009 la emisión de 482.170 toneladas de CO2 a nivel global, y en la actualidad, por cada coche compartido en circulación y dependiendo de la ciudad, se eliminan hasta veinte coches privados. Otros estudios indica el cambio de mentalidad en los usuarios de carsharing, que disminuyen en un 31% su tiempo de conducción con respecto a aquellos propietarios de vehículos privados.

El carsharing no se debe confundir con el carpooling. Este ultimo termino implica que un propietario de vehículo privado comparte su coche, ofertando un determinado trayecto, y buscando a otras personas con la misma necesidad de desplazamiento que quieran completar las plazas del vehículo y de este modo compartir los gastos. Esta solución de movilidad se está convirtiendo en todo un fenómeno, existiendo numerosas compañías de éxito como Blablacar, Amovens o carpooling.es.
Tampoco podemos caer en el error de pensar que el carsharing es similar al alquiler convencional de vehículos. Aunque se basen en el préstamo o alquiler de vehículos, las compañías tradicionales de alquiler de coches se diferencian principalmente del carsharing en su método de tarificación, generalmente solo por tiempo, siendo lo normal alquilar por días. Tampoco se encuentran situadas dentro de los entornos urbanos, ni disponen de una red tan densa. Además, normalmente el carburante no suele estar incluido en el precio.
Si tienes cualquier pregunta sobre el carsharing o el carsharing con vehículos eléctricos, no dudes en preguntarnos todo en nuestro consultorio técnico.